Si no sabes por qué la ropa que compras se ve de otro color al llegar a casa, por qué los muebles parecen siempre más bonitos en la tienda, o por qué te están subiendo las dioptrías… es el momento de aprender a iluminar tu casa BIEN.
Basta una única lámpara para disipar la más profunda oscuridad.
Mahatma Gandhi
Voy a dejarlo claro desde el principio.
Iluminar tu casa NO es lo más importante para crear un diseño interior fantástico. Pero ojo. La iluminación de tu hogar es la estructura invisible de un espacio. Y al igual que la estructura de un edificio, es una condición imprescindible (aunque no suficiente), para que el resultado sea increíble.
El buen diseño es obvio. El diseño genial es transparente.
Joe Sparano, diseñador gráfico
Iluminar tu casa puede ser un proceso complicado, porque hay muchos factores que considerar:
- La intensidad de la luz necesaria según el uso (o usos) de cada habitación.
- La distribución del espacio, y los elementos arquitectónicos importantes (ventanas, columnas, esquinas…)
- La colocación adecuada de los puntos de luz.
- El ambiente general que se quiere conseguir en cada zona.
- Los puntos a destacar (como elementos de arte, por ejemplo).
- El estilo y tamaño de las lámparas.
- Los tipos de bombillas adecuados.
Tener todo esto en cuenta es, por supuesto, la clave de un interior bien iluminado.
Pero además es que iluminamos “a ciegas” (juego de palabras facilón). Es muy complicado hacerse a la idea de si la luz de una lámpara o bombilla será la adecuada antes de colocarla en su sitio.
¿Cómo acertar?
Sigue leyendo. Te voy a explicar paso a paso TODO lo que necesitas saber para mejorar la iluminación de tu casa. No te asustes, te prometo que el nivel técnico requerido es de primero de primaria.
A partir de hoy podrás ir de tiendas sabiendo exactamente qué necesitas en términos de lúmenes, temperatura de color, tamaño y estilo. Elegir las lámparas y bombillas adecuadas nunca más será un dolor.
Paso 1: Planifica cómo iluminar tu casa
Sobre todo si estás empezando desde cero una reforma. Nunca dejes la iluminación de tu casa para el final. Los puntos de luz condicionan las tomas, enchufes e interruptores de la instalación eléctrica. Y hacer modificaciones sobre la marcha en una obra (o después) nunca es buena idea.
En primer lugar, observa el espacio. La iluminación natural a lo largo del día, las luces, las sombras. Los obstáculos arquitectónicos, como esta columna aquí, o esa pared allá. Ten en mente que, salvo que la orientación sea Sur, tendrás menos sol en invierno que en verano. Y que la luz más uniforme a lo largo del día, tanto en verano como en invierno, la tiene la orientación Norte.
Después compara esas zonas de luz y de sombra con la ubicación de las actividades. Pregúntate cómo y cuándo…
- ¿Cómo vas a usar esa habitación? ¿Qué actividades vas a realizar y en qué zona?
- ¿Cuándo vas a estar en ella? ¿Mañana, tarde, o noche?
Si tienes un plano, mejor que mejor, podrás anotar en él tus observaciones.
También es importante que pienses cómo quieres que te haga sentir ese espacio.
¿Alguna vez has entrado en una habitación y te has sentido inmediatamente relajada? O al contrario, ¿alguna vez al llegar a algún sitio has tenido una sensación inexplicable de ansiedad? Probablemente la iluminación tuvo mucho que ver con ello.
De momento, quédate con las sensaciones que quieres que transmita el espacio que estás iluminando. Más adelante te explicaré cómo conseguirlas.
Para planificar bien cómo iluminar tu hogar recuerda:
- Pregúntate cómo y cuándo vas a usar los espacios.
- Piensa qué emociones quieres asociar a cada zona ¿relax o alerta máxima? (y todo lo que queda entre medias)
Paso 2: Considera lo que ya tienes para iluminar tu casa
En primer lugar tienes ventanas.
O quizá no.
La mejor luz, es la luz natural, y es gratis (de momento). Pero hay muchos baños que no disponen de ventana. Y algunas ventanas que no dan mucha luz, por su orientación, o por dónde están situadas. Por ejemplo, dando a un minúsculo patio interior.
Si tienes ventanas, la orientación es importante. Lo habrás comprobado en el paso anterior, al observar las luces y las sombras de tu casa.
La orientación Norte tiene mala fama, pero sin embargo es la óptima para trabajar. La luz es fría y uniforme, sin reflejos, y constante durante todo el día.
Las demás orientaciones – especialmente al Este y Oeste – tienen sol directo, pero generan fuertes contrastes de luz y sombra a lo largo del día. Puede ser necesario compensar esto con lámparas para los rincones oscuros, al amanecer y al atardecer.
Además de la ubicación de las ventanas, mide a qué altura está el techo. Va a ser un factor importante a la hora de elegir y colgar las lámparas. Algunos modelos permiten ajustar la longitud del cable, pero no todos. No te obsesiones con una lámpara preciosa pero que va a quedar colgando demasiado baja.
Más adelante te explicaré a qué altura deberías colgar cada lámpara, dependiendo de dónde esté colocada.
Por último, localiza los enchufes y las tomas de luz disponibles. Recuerda siempre que tener una toma en mitad del techo salón no implica que la lámpara de techo tenga que permanecer ahí… un cable largo y un gancho en el techo pueden hacer maravillas.
Así que recuerda considerar lo que ya tienes para iluminar tu hogar:
- Ventanas (o no)
- Orientación
- Altura de techo
- Enchufes y tomas de luz
Paso 3: Una lámpara nunca es suficiente
Las iluminación de cualquier habitación debe construirse capa sobre capa, superponiendo tres tipos de luces:
- General.
- De trabajo (direccional)
- De ambiente (indirecta o para acentuar elementos)
Por lo tanto debes contar con varias fuentes de luz en cada habitación. No basta con una. Hay quien dice que para salones y habitaciones debería haber como mínimo 4 puntos de luz, sin contar con la iluminación general.
Los mejores proyectos de iluminación incorporan múltiples capas de luz, procedentes de distintos tipos de lámparas: de pie, de techo, de mesa… Lo que permite crear distintas “escenas” a distintas alturas, ajustando la luz a los distintos usos de una misma habitación.
Piensa que tu salón puede ser un espacio de trabajo o el escenario perfecto para una cena romántica, según el momento del día y los invitados.
Sin embargo, una advertencia. Más luz no siempre equivale a mejor iluminación. Una estancia demasiado iluminada puede resultar desagradable, porque al eliminar las sombras aplana las formas y elimina los matices. Por no hablar del gasto que conlleva.
Todo en su justa medida.
Tener varios puntos de luz exige cuidar la intensidad de los mismos. Usar bombillas muy brillantes o lámparas sin una pantalla difusora adecuada, puede provocar deslumbramientos y hacer que las zonas en sombra parezcan más oscuras por contraste.
Para elegir la intensidad adecuada a cada espacio, piensa en el uso que harás de él y en la atmósfera que buscas.


Así, por ejemplo, lugares que exijan concentración como la mesa de trabajo, la encimera de la cocina o el lavabo, requerirán una luz blanca, potente, directa y con un diseño que evite el deslumbramiento.
Mientras que las zonas destinadas al descanso como el estar o el dormitorio, se beneficiarán más de luces cálidas y amarillentas, con un nivel de intensidad medio y a ser posible luz difusa.
Y para controlar la intensidad, nunca desprecies:
- Lo que un regulador de intensidad puede hacer por ti.
- La forma y el material de la pantalla de tus lámparas.
Antes de comprar una lámpara, observa la forma de la pantalla y si es opaca, traslúcida o transparente. Porque eso afectará dramáticamente a la distribución y dirección de la luz.
Las pantallas muy opacas, como por ejemplo las de metal, generan charcos de luz y zonas de sombra. Por eso son más recomendables para mesas de trabajo, o zonas de lectura.
Mientras que en el recibidor o la sala estar, son mejor opción las lámparas de pie o de sobremesa con pantallas que la maticen y difundan la luz más suavemente. Por ejemplo, las de papel, plástico o vidrio traslúcido, tela o incluso plumas…
En resumen, el tercer paso para iluminar tu casa con maestría es contar con varios puntos de luz en cada habitación. A la hora de colocar tus lámparas, divide cada habitación por zonas y actividades, y vencerás.
Paso 4: ¿Cuánta luz necesito?
Hay una verdad universal y segura, además de la muerte y Hacienda.
Cuando se te funde una bombilla en casa, ya puedes tener una caja llena de bombillas de repuesto, que nunca tendrás de la que te hace falta. Si se funde un LED tendrás incandescentes. O tendrá pocos vatios. O el número de kelvins no será el adecuado. Y si es para el baño no cumplirá con el IP… y entender todos estos palabros es más difícil que morderse el codo, ya lo sé.
Incandescencias, vatios, kelvins, IPs… ¿Qué demonios significa todo esto?
Atenta porque te lo voy a explicar TODO. A partir de ahora querrás llevarte este trozo de artículo impreso cada vez que tengas que comprar una bombilla (yo lo hago, es mi chuleta personal).
Y no, no vale comprar cualquier bombilla.
Empezaré con los distintos tipos de bombillas. Suena aburrido, pero puede hacerte falta, así que seré breve:
- Incandescentes. Las de toda la vida. Generan luz cuando un filamento se pone al rojo vivo al atravesarlo una corriente eléctrica. Baratas pero poco eficientes energéticamente, solo un 5% de la energía que consumen se convierte en luz visible, y emiten mucho calor (queman). La luz que emiten es cálida, no apta para todo tipo de ambientes. Su vida útil es corta.
- Halógenos. En este caso también hay un filamento, pero está rodeado por un gas inerte y un elemento halógeno (como yodo o bromo). El rendimiento es algo mejor que el de las incandescentes y tienen parecida vida útil. Son más baratas que los fluorescentes o los LEDs. La ventaja frente a los fluorescentes es que los halógenos iluminan a plena potencia nada más encenderlos.
- Fluorescentes. Aquí no hay filamento. Se basan en una tecnología eficiente, que combina gases y sales que emiten luz al contacto con una corriente eléctrica. De hecho, llegan a consumir hasta un 80% menos que una bombilla incandescente sin reducir su capacidad lumínica. Y suelen durar entre 6 y 20 veces más. Su principal desventaja es que hay que esperar unos segundos para que se enciendan del todo, así que no son aptas para lugares como el baño, en el que necesitas luz de forma inmediata.
- Bombillas de bajo consumo. Utilizan básicamente la tecnología de los fluorescentes pero en forma de bombilla, por lo que tienen las mismas ventajas e inconvenientes.
- Bombillas LED (light emiting diodes). Usan un semi-conductor (diodo) que emite luz cuando lo atraviesa la corriente eléctrica. Consumen un 90% menos que una bombilla incandescente, con el ahorro que eso supone a la larga. Pueden llegar a tener unas 50.000 horas de uso, es decir, 50 veces más vida útil que el resto. Pero también son las más caras y no siempre admiten reguladores de intensidad.
¿Y cuál debo elegir para tener suficiente luz?

Pues antiguamente, con las bombillas incandescentes, era sencillo. A más vatios, más luz. Con 40W tenías luz ambiental pero te quedabas ciego leyendo, con 100W podías trabajar cómodamente.
Pero con la llegada de los LEDs todo cambió. Al ser más eficientes transformando en luz la energía eléctrica, un LED de 5W puede iluminar tanto como una bombilla incandescente de 40W.
Y aquí es donde entran en acción los lúmenes. Al final, los vatios sólo indican el consumo eléctrico de una bombilla, pero no cuánta luz emite. Los lúmenes, en cambio, miden exactamente eso: la luminosidad, es decir, cuánta luz visible emite la bombilla.
Ahora viene uno de los trozos de este artículo que querrás imprimir cuando tengas que comprar bombillas. La tabla definitiva para consultar la equivalencia entre los tradicionales vatios (W) y modernos lúmenes (lm).
Vaaaaaale, ya puedo comparar la intensidad de los distintos tipos de bombillas pero… ¿cómo sé cuántas bombillas necesito en una habitación?
Pues depende de la habitación, eso está claro. Tamaño, orientación, actividades que se realizan… pero te voy a dejar unos “números gordos”.
Con 400 lúmenes en la mesilla del dormitorio es suficiente. Mientras que en un salón de 20 metros cuadrados, con una altura de 2,40 metros, puedes llegar a necesitar 5.000 lúmenes en total, teniendo en cuenta todos los puntos de luz. Algo más si las paredes son oscuras.
Y para los muy frikis, una orientación de lúmenes necesarios por habitaciones (ojo que el número indica los lúmenes necesarios por cada metro cuadrado de habitación):
- Zona de estudio y lectura: 500
- Cocina (área de trabajo): 500
- Cocina (área general): 200-300
- Habitaciones y dormitorios (cabeceras cama): 500
- Habitaciones y dormitorios (zona general): 100-150
- Habitación infantil (zona de juegos): 300
- Salones (zona general y comedor): 200-300
- Salones (zona TV): 50
- Aseos y baños (zona general): 100
- Aseos y baños (zona espejo): 500
- Estancias de paso: 100-150
Ahora ya sabes cuanta luz (cuántos lúmenes) necesitas para cada zona, por metro cuadrado. Así que para iluminar tu casa correctamente, basta multiplicar esa cifra por los metros cuadrados del espacio a iluminar, y tendrás los lúmenes que necesitas.
En el cuadro de arriba podrás comprobar cuántas bombillas debes colocar para alcanzar esos lúmenes, según el tipo de bombilla que elijas.
Pero si tanto dato te marea, te dejo una regla rápida y fácil de recordar. Una bombilla incandescente tradicional de 40W emite unos 400 lúmenes. Una de 100W, 1.000 lúmenes.
Y una última recomendación.
Según donde se coloquen las bombillas deben tener cierta resistencia a los golpes y al agua. Es por esto que en la caja suelen aparecer las letras IP (Ingress Protection) seguidas de dos números. El primero indica la resistencia a los objetos y entrada de polvo, el segundo la protección frente al agua. Si compras bombillas para el baño, mejor que sean como mínimo IP44.
Por último, pero MUY importante. Antes de comprar esa dichosa bombilla para iluminar tu casa… ¡comprueba que el casquillo se corresponde con el de la lámpara! Aquí te dejo mi chuleta con los más habituales:
Paso 5: Controla la temperatura
Y no me refiero a la de la habitación.
¿Tu dormitorio parece un quirófano, por su luz blanca y súper intensa? ¿O, por el contrario, tienes en el baño una luz tirando a amarilla, con la que es imposible acertar con los colores cuando te maquillas?
Esto se debe a la temperatura de color de las bombillas.
Ésta viene indicada en la caja (busca donde pone grados Kelvin o ºK) y cuanto más bajo es el valor, más cálida es la luz. La de una vela son 1.900ºK. La luz natural al mediodía está por encima de 5000ºK.
La historia de la humanidad se remonta a millones de años atrás, pero la de la bombilla no llega a los dos siglos. Así que por instinto animal, consideramos relajante la luz cálida del final del día, de entre 2.700-3.000ºK. Es la que anuncia el momento de regresar a la caverna. Y esa es exactamente la temperatura adecuada para las zonas de estancia y descanso. O en aquellas en las que queremos conseguir una sensación de intimidad.
En lugares como la cocina, o el baño, lo ideal son las luces neutras (3.500-4000ºK), ya que reproducen de manera más exacta los colores y se aproximan más a la luz del día. Es un nivel de luz que nos da energía, nos activa. Nadie quiere cocinar en la penumbra.
Sin embargo, prueba a cambiar la temperatura de color encendiendo velas en el baño o en la cocina. Tu baño se convertirá en un relajante spa, y la cocina el mejor sitio para tomar una copa de vino en buena compañía.

En una mesa de trabajo, donde quieres mantenerte bien despierta, es mejor usar luces tirando a neutras o frías. Pero ojo no te pases. Pon más de 5.000ºK y sentirás que puedes hacer una autopsia sobre ella.
¿Vas viendo cómo funciona?
Bien, pues ahora ya es oficial. Puedes enfrentarte a cualquier caja de bombillas y descifrar su “numerología” con seguridad… ¿Quieres probar?
Paso 6: Ilumina tu casa con estilo (foto a foto)
Ahora llegamos a la parte más emocionante y divertida, que también es más complicada.
¿Cómo elegir las lámparas para que le den un plus de estilo a mi casa?
Regla número uno.
Conócete a ti mismo.
Templo de Apolo, Delfos
Si tienes claro los estilos con los que te sientes más cómoda, ya tienes mucho ganado. Si eres una amante del estilo escandinavo, y adoras los interiores modernos y minimalistas, es evidente que no vas a colocar un candelabro en el salón. Si quieres ayuda para definir cuál es tu estilo, puedes leer este artículo.
Fíjate en las siguientes fotos de baños.
Observarás, y no es casualidad, que no solo el estilo, también el acabado de las lámparas combina con la grifería, el espejo y/o los sanitarios, ya sea por su color, material o forma.

Aunque esto no es exclusivo de los baños…
El color, la forma, el estilo y los materiales de cada lámpara que elijas deben poder “mantener una conversación” con el resto de elementos de la habitación.
Y para iluminar tu casa con estilo, todas las lámparas de una habitación deberían ser familia. Hermanas, o primas, pero nunca gemelas. Es decir, tienen que tener un parecido razonable, ya sea por su diseño, color o materiales.
Todas las lámparas de tu colección deberían tener una estética mínimamente coherente, para que no parezcan elegidas por el Sombrerero Loco. ¿Estilo escandinavo y mid-century? Por supuesto. ¿Estilo minimalista con candelabros art déco? Difícil que funcione.
Además el tamaño importa. Las lámparas que elijamos deben ajustarse a las dimensiones del espacio donde las vas a colocar. Una lámpara pequeña dispuesta sobre una mesa de comedor amplia, no solo se verá ridícula. Además será poco funcional, ya que dejará zonas de la superficie de la mesa sin iluminar.
La colocación también cuenta.
Como norma general, las lámparas deben tener una función clara. Una lámpara de pie junto al sillón aquí, para poder leer. Una de mesa allá sobre la cómoda, para dar luz ambiental mientras tomas una copa de vino. La lámpara colgante sobre la mesa del comedor, para iluminar tus platos. O aquella sobre la zona de estar, que anima tus charlas con amigas.
Si la lámpara ilumina un trozo de suelo vacío algo no está funcionando.
Finalmente, las medidas. Te dejo aquí unas cuantas reglas, que como todas, están para saltárselas a la torera bajo tu propia responsabilidad:
- Sobre la mesa del comedor. Lo típico es recomendar que la parte más baja de la lámpara quede a 75-90 centímetros de la superficie de la mesa. A mi me gusta que genere un espacio recogido e íntimo, así que me vale con que quede a 15 centímetros de la cabeza del comensal más alto (sentado). Eso sí, procura que su diámetro sea unos 30 centímetros más pequeño que el lado más corto de la mesa. Y si esta es larga considera poner dos lámparas, lo ideal es que del borde de las lámparas al de la mesa queden 15 centímetros.
- Sobre una isla de cocina. En este caso el número de lámparas y la distancia entre ellas depende de su tamaño. Mis preferencias oscilan entre dos extremos. O bien colocar 3 o 4 lámparas colgantes pequeñas, que hacen un efecto “lineal” y funcionan estéticamente como un todo. O bien un par de lámparas grandes de diámetro equivalente a la cuarta parte del lado largo de la isla.

- Entradas y pasillos. Si vas a colgar una lámpara de techo, asegúrate de dejar suficiente espacio de paso bajo ella, como mínimo 2,10 metros. Si tus techos no son estándar (tienes más de 2,40 metros de suelo a techo), añade 6 centímetros por cada 30 centímetros de altura extra por encima de 2,40. No te olvides de las puertas, la lámpara debería estar al menos a 1,20 metros para que se pueda abrir sin estrecheces.
- Junto a un espejo. Ya sea en el baño o en el recibidor, procura no poner un único punto de luz encima del espejo, si no quieres parecer la madrastra de Blancanieves. O bien una lámpara lineal tan ancha como el espejo, o mejor aún, dos apliques o lámparas colgantes en los laterales. Recuerda que queden ligeramente por encima de tu cabeza, para verte siempre fantástica.
- Lámpara de mesa. La parte superior de la lámpara debería quedar a 1,45-1,60 metros del suelo. Así que cuanto más baja sea la mesa o el mueble donde la vas a colocar, mayor altura de lámpara te puedes permitir.
- Downlights. En el salón, no cometas el típico error de colocarlos como una malla simétrica. Es mejor llevarlos a los laterales, a unos 30 o 40 centímetros de las paredes o estanterías, y centrarlos delante de las ventanas, para evitar tristes y solitarios charcos de luz en el suelo. Al estar en los laterales iluminarán la habitación desde el perímetro, llevando la vista alrededor.
- Dormitorio. Aquí la prueba de fuego es sentarte al borde de la cama. La lámpara de la mesilla no debe deslumbrarte, así que la parte inferior de la pantalla debe quedar a la altura de tu nariz. Respecto a la lámpara de techo, procura que quede sobre la mitad inferior de la cama. No queremos iluminar un trozo de suelo a los pies de la cama, pero tampoco dormir con la inquietante sensación de que algo se nos puede caer sobre la cabeza.


En resumen, debes quedarte con dos cosas:
- Las lámparas de tu casa deben ser familia (no gemelas, pero por lo menos primas hermanas), y deberían tener algo que ver en estilo, formas, materiales o colores con los muebles de la habitación en la que están colocadas.
- Antes de lanzarte a comprar una lámpara, por fantástica que te parezca, saca la cinta métrica. Ten en cuenta que en las tiendas suelen parecer más pequeñas, porque se exponen en espacios muy amplios. Una buena forma de hacerte a la idea de cómo quedará es colgar del techo un globo de tamaño parecido (sí un globo, de esos que sobraron del último cumpleaños).
Paso 7: Pon el foco en lo importante
¿Quieres conocer el último paso, que es el secreto y la clave para iluminar tu casa cómo un profesional?
El secreto es poner el foco en lo importante. Literalmente.
La clave de una para iluminar tu casa increíblemente bien no está en contar lúmenes. Sino en crear emoción y contraste, mucho más allá de la mera funcionalidad. En dominar el contraste entre los puntos a los que quieres dirigir las miradas, y el resto de cosas de la habitación.
Cuando entras a una sala de cine a oscuras sólo ves los números de las butacas y los letreros de salida. En un cuarto de estar lo que quieres ver es ese cuadro que te apasiona, el libro que tienes en la mano, y los preciosos objetos en tus estanterías. O dirigir la mirada hacia ese rincón que adoras.
A partir de ahora, casi como un juego, busca dónde está el foco en cada espacio que te apasione… seguramente encontrarás también una lámpara enfocándolo.


Ahora ya sabes la última clave: pon el foco en lo importante.
Y recuerda, a la hora de iluminar tu casa…
No temas la perfección. Nunca se alcanza.
Salvador Dalí
Conclusión
Iluminar bien tu casa ya nunca más será misión imposible. Simplemente recuerda los siguientes pasos:
- Planifica la iluminación preguntándote cómo y cuándo vas a usar cada espacio.
- Considera lo que ya tienes: observa el espacio, la iluminación natural y los enchufes.
- Controla la intensidad de las bombillas que van a iluminar tu hogar.
- Elige la temperatura de color para crear una atmósfera perfecta.
- Selecciona lámparas que “sean familia”, de tamaño adecuado, y colócalas bien.
- Pon el foco en lo importante.
Ahora ya conoces todos los secretos para iluminar tu casa como una profesional. Espero haberte ayudado a mejorar un poquito el ambiente de tu hogar. O que al menos te acuerdes de mi (para bien) la próxima vez que vayas a comprar bombillas…